Las Cascadas de Tobera

Este pasado sábado 27 de enero, nos lanzamos a una nueva aventura rutera por las cautivadoras tierras cántabras, vascas y burgalesas.

Sin embargo, antes de sumergirnos en la crónica de nuestra ruta, es imperativo señalar y denunciar una triste realidad: aquellos que se autodenominan moteros, pero que, lamentablemente, no representan los valores que deberían caracterizar a quienes amamos el mundo de las dos ruedas.

Aquellos que, en lugar de disfrutar de la moto y compartir la pasión con otros, optan por poner en peligro a quienes comparten la carretera con ellos. La imprudencia al rodar en grupo, la velocidad temeraria, los adelantamientos arriesgados en zonas prohibidas… Todo ello pone en peligro a ciclistas, otros moteros, automovilistas y cualquier persona que simplemente busca disfrutar de la carretera de forma segura. No nos representan y es necesario alzar la voz contra estas prácticas peligrosas.

Ahora, centrándonos en la crónica de nuestra ruta, la jornada comenzó alrededor de las 9:30h desde el aparcamiento del hotel Los Pasiegos en Hoznayo. A pesar de la densa niebla, la temperatura era agradable, y estábamos listos para explorar nuevos horizontes. Pero antes de embarcarnos en la ruta, hicimos una parada para desayunar cerca de Martiniega, en un encantador caserío que sirve como punto de encuentro para ciclistas y moteros de la zona.

Con un almuerzo calentito para enfrentar la humedad dejada por la niebla, nos dirigimos por carreteras comarcales y locales hacia nuestro primer destino: el municipio burgalés de Tobera. Aquí, nos esperaban el monasterio, el puente y las impresionantes cascadas. A pesar de la niebla persistente, pudimos explorar a pie estas maravillas naturales, sumergiéndonos en la serenidad que solo la naturaleza puede ofrecer.

Más tarde, en Frías, tomamos un merecido refrigerio a los pies de la torre del castillo local. Esta pintoresca localidad, con su arquitectura medieval y vistas imponentes, proporcionó el escenario perfecto para descansar y disfrutar de la historia que se respira en cada rincón.

Se suponía que regresaríamos a casa para la hora del almuerzo, pero como a menudo ocurre en nuestras rutas, el tiempo se extendió en una experiencia que valía la pena prolongar. A pesar de ello, la mañana fue un deleite, explorando parajes de ensueño a través de nuestras carreteras favoritas.

En cuanto a Tobera, su monasterio, puente y cascadas nos transportaron a tiempos pasados, sumergiéndonos en la rica historia de la región. Las cascadas, en particular, ofrecieron una vista impresionante, recordándonos la belleza natural que está a nuestro alcance cuando nos aventuramos más allá de lo conocido.

Con Frías, cerramos nuestra ruta motera en un ambiente medieval, dejando que la atmósfera de la torre del castillo nos envolviera. Este pequeño pueblo, con sus callejuelas empedradas y su imponente estructura, sirvió como el epílogo perfecto para una jornada llena de descubrimientos.

Así concluyó nuestro paseo semanal, marcado no solo por la belleza de Tobera y Frías, sino también por la denuncia de conductas imprudentes que empañan la esencia misma de ser motero. Que cada ruta futura nos recuerde la importancia de disfrutar de la carretera de manera responsable y respetuosa, manteniendo viva la verdadera esencia de la hermandad motera.

¡Que vengan más rutas repletas de aventuras y descubrimientos! manteniendo viva la verdadera esencia de la hermandad motera.

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