Y me quedé en Babia…

Hace algo menos de un año, realizamos una ruta de la mano de nuestros amigos asturianos, de esas que recordaremos siempre.

No éramos muchos. Yo creo que los justos para disfrutar de la ruta, la compañía y de las impresionantes sensaciones que vivimos al descubrir los parajes por donde circulamos.

Era febrero, pero salió un día de esos que firmarías ya entrada la primavera. Aunque un poco de fresco hacía, teníamos sobre nosotros un sol resplandeciente, de esos que da alegría cuando sale…

Salimos temprano de casa para estar a la hora indicada en el punto de encuentro; una gasolinera a las afueras de Gijón. Allí aguardamos a nuestros anfitriones que no tardaron en llegar. Abrazos, besos, presentaciones…

Empezamos la ruta con la sensación de que iba a ser un gran día.

Desde la carretera divisábamos pueblos asturianos que tienen como la minería principalmente, la forma de sustento de sus gentes…

Estas grandes construcciones metálicas medio oxidadas que se utilizan para transportar el carbón; las vagonetas… Estructuras medio abandonadas que se difuminan y contrastan con ese verde que tanto me llama la atención una y otra vez. Sin duda Asturias, es uno de mis destinos preferidos…

Una pequeña parada en un bar junto a la carretera, nos sirve para entrar en calor y tomar tentempié… No recuerdo su nombre, pero tenían unos precios increíblemente baratos y sus pinchos eran realmente grandes y ricos.

Pronto empezamos a rodar por carreteras de montaña y las primeras nieves a lo largo de los laterales de la vía se empiezan a ver…

Seguimos nuestra ruta por estos parajes inigualables que nos llevarán hasta el Parque Natural de Babia y Luna, donde todas las montañas que nos rodean están nevadas. Simplemente espectacular…

Un lugar de esos que te quedas sin palabras.

Un lugar de esos que te quedarías horas y horas para contemplar su majestuosidad.

Un lugar de esos donde te sientes pequeño… muy pequeño.

Te montas de nuevo en la moto y notas la alegría interior por estar ahí, por formar parte en ese gran momento, de uno de los sitios más espectaculares que has estado. Seguramente otro día diferente, en verano o dos semanas más tarde, no habría sido igual; pero estaba viviendo el día perfecto para pasar por allí y disfrutar de lo que la madre naturaleza nos había dado…

Descendimos de nuevo al valle y nos desviamos por carreteras leonesas, la LE-481, donde en uno de esos sitios preparados para que la gente vaya a pasar el día con la familia a hacer parrilladas, con mesas y bancos corridos para disfrutar de una buena jornada en la naturales, paramos a comer unos bocadillos, empanadas, queso, chorizo…

Un buen sitio para recobrar fuerzas y contar al resto nuestros miedos, claros y sombras…

De nuevo por la LE-481 por una impresionante y estrecha carretera de montaña, que curva y curva nos llevaría hasta el Restaurante La Chabola, donde sentados en la terraza y frente a la Colegiata de San Martín de Teverga, nos tomamos un café tranquilamente comentando lo acontecido en el día de hoy…

Solo queda continuar nuestro camino hasta casa y despedirnos de nuestros anfitriones.

Ha sido un gran día de descubrimientos…

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